“Sobre tus estrías escribo mis más lindas poesías, pues sólo en tu cuerpo encontré las líneas perfectas para mis rimas.” — Andy Campos.
El sexo es el juego más simple que existe, para ser razonables, es el más sencillo. La metes y la sacas, lo sacas y lo metes, sube y baja, baja y sube, media vuelta y otra vuelta, no hay árbitro, aficionados echando porras (a menos que sea una despedida de soltero), no hay marcador, puntos, pero siempre, y por decisión de ambos, en la mayoría de los casos, se llega a tiempo extra. Otra de las ventajas del juego es que no necesita uniformes, cascos (bueno, de vez en cuando de látex), zapatos especiales o señalamientos. Es el único juego donde nadie gana, a no ser que uno de los dos terminé muy pronto y no esté dispuesto a ayudar a su contrincante a empatar. Luego de practicarlo un tiempo muchos tienen la idea de que para hacerlo más interesante hay que ir poniendo reglas, como:
¿Nos vemos antes para salir a cenar?
¿Pasas por mí después del trabajo?
Llevar un detalle antes del encuentro
Comenzar a contar intimidades
Hablar de planes a futuro
Prometerse amor para no sentirse tan insensibles
Comparar virtudes inventadas con otros competidores para demostrar quién tiene el mejor juego
Y cuando un juego se llena de reglas, se vuelve un sistema, y lo sabemos, todos andamos huyendo de los sistemas.
El libro tinto para charlar con el que no vino, Quetzal Noah
Relax.
Japanese anime, THE SENSUALIST (Kōshoku Ichidai Otoko). 1990.
“Me hiciste sentir luminosa, como si yo tuviera un poder que ni yo misma reconozco, como si dentro de mí estuvieran todas las respuestas, como cuando miras un cuadro y el corazón se estremece entre la felicidad, tristeza y asombro. No puedo privarte de las palabras maravillosas que te salen, sin embargo, yo no me siento como todo eso que tú logras ver en mí. No puedo cortar tus alas, pero no puedo volar contigo, déjame aquí, tengo un montón de pedos en la cabeza, un desmadre constante que me desequilibra, que me derrumba, me arroja cuando creo estar bien y ya tengo suficiente conmigo misma como para soportarlo. Por favor, no romantices la insistencia, escribe un poema que te sane de esto si es necesario. No entiendas nada de lo que te digo como una oportunidad para sanarme, no permitas que tu ego te haga creer que yo estaría mejor de tu lado. Estoy bien, aunque no todo el tiempo me siento suficiente he ido aprendiendo a bastarme con lo que soy.”
— Mágico y ebrio, Quetzal Noah (via quetzalnoah)
27 de marzo
«Qué vieja la necesidad de amar. Qué imposibilidad de una mano amiga. Qué deseo rotundo y aniñado de no dormir sola esta noche. Qué deseo absurdo y absoluto de que G. me llame al alba y confiese que me ama.»
William Moll. 1. Bórgicas y Pachecas.